miércoles, 30 de noviembre de 2011

Erase una vez el amor pero tuve que matarlo-

No siempre fui bueno con ella, más bien era un hijoputa. La amaba tanto y no sabía qué hacer. En vez de darle lo que sentía. De llenarla con ese áspero amor, me lo tragaba. Es algo que todavía no entiendo: su amor me llegaba fácil, en cambio el mío no fluía hacia ella. Creo que su amor reprimía el mío. Ella y su amor formaban una sustancia espesa y mi amor y yo nos quedábamos atascados, entonces me volvía una furia y ella no podía entenderlo. La traté mal muchas veces por que estaba desesperado pero la quería más que a mi vida y cuando ella se fue, mi vida se apagó.

Efraim Medina Reyes.
Erase una vez el amor pero tuve que matarlo (Frag)








Mi tiempo malo, detener la lluvia con flores
un parque lleno de luz, C&A rodeadas de tipos
cargaditos de martirios, la armonica, un conejo
en lugar mio cargando pesares
Y las manos, nuestras manos.
las Sonrisas. el Cielo.
el banano al lado de la
torta de atún.

y vos...

viernes, 25 de noviembre de 2011

El Leteo.


Ven a mi pecho, alma sorda y cruel,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundosa crín;

Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor
El relente de mi amor extinguido.

¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,

Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.

Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.

Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
Cuyo fervor se acrece en el suplicio.


Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes2 y la cicuta amada,
Del pezón delicioso que corona este seno
El cual nunca contuvo un corazón.


Charles Baudelaire.



martes, 8 de noviembre de 2011

Tango infinito

Volverás
Hoy fue la noche quien lo dijo

Hoy la noche cayó del caballete
Y la ventana entró pintando
Lunas azules en mi cuarto
Volverás
Aunque Porque
La noche mienta La noche inventa


SALVADOR PUIG (Uruguay, 1939)

Entresilencios

Porque soy de esas mañanas que desgarran
la suma de los vientos en lo alto
y descienden verticales por la cruz
a la hoguera de los no deshabitados

quieres palabras (el día las destruye)
yo quiero darme (el árbol coge sueños)
la sombra de una hoja en esas nubes.

No puedo verme en esos ojos que todo lo distraen,
lluvia mujer sol y gris de abril que estira un canto,
un páramo que tras la voz desaparece llama

-es un espectro- va el traje maquillado y la sonrisa-
tiene el rostro de un dios –alguien se cruza-
o te comparte –es la infinitud de la nostalgia.

Porque soy de esas mañanas que desgarran
la suma olvidada de los vientos

quiero palabras (el día está contigo)
tú quieres darte
la sombra de una hoja en esos sueños.

En el sereno cuaderno de la paloma y la muerte,
en el deseado retiro de la uva y el pez,
con la sed de las rosas en tu nombre me persigno.
Un árbol como nubes –tu recuerdo- me cobija.

PABLO URQUIZA (Argentina)

viernes, 28 de octubre de 2011

INSOMNIOS



No tenía ganas de pensarte esta noche,
Pero fue incesante cada movimiento (sub)acuático en mi océano de recuerdos,
No tenía ganas de soñarte esta noche,
Pero fue incontrolable el caer vacío de mi sueño fingido con tal de tenerte imagen.
No tenía ganas de sentirte esta noche,
Pero fue acechante el olor tardío del recuerdo que quedaba en mi pequeño océano.
No tenía ganas de verte esta noche,
Pero fue inevitable correr en busca de destellos en esos pequeños lugares que re-corrimos juntos, inagotables.
No tenía ganas de esta noche,
Pero sabía que el tiempo no me esperaría para poderle responder al silencio con un grito unísono, aplastar el recuerdo con tu abrazo y olvidar la basura con un beso…

No tenía ganas de esta noche,

por que sabía que estaría llena de vacíos y de tí.





Laura Salgado.

lunes, 3 de octubre de 2011

Hasta mañana.

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos.
Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.


Mario Benedetti.

Arco iris.

A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea.

Sonríe
cual si fuese
una revelación,
y su sonrisa anula
todas las anteriores,
caducan al instante
sus rostros como máscaras,
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo,
su boca de morder,
su mentón de capricho,
sus pómulos fragantes,
sus párpados,
su miedo,

Sonríe
y usted nace
asume el mundo,
mira
sin mirar,
indefensa,
desnuda,
transparente.

Y a lo mejor..
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro,
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse,
sin deseperarse,
sin convocar la muerte,
ni sentirse vacía.


Llorar
sólo llorar.

Entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.


Mario Benedetti.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

martes, 20 de septiembre de 2011

Lección de Música.


Do,
re,
mi,
fa,
sol,
la,
si. 

¿Sí?
Sí,
mi
sol;
sí.


Tu cabello es una bandada de chupaflores,
tu cara es un espejo mágico,
tu sonrisa es un gol olímpico,
tu mirada es un 5 en álgebra,
tus manos son una par de mariposas,
y tus pies dos caballitos blancos.
Serías perfecta si tu corazón no fuera de piedra.



Jairo Anibal Niño.



lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi fiesta.

Me dijiste,
que no irías
a mi fiesta de cumpleaños;
y saliste corriendo
por en medio del patio.

Yo me quedé
pegado a la ventana
mirándote,
mirando
como tu cola de caballo
espantaba una a una
las moscas de mis sentimientos.

Jorge Anibal Niño.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Canción de la vida profunda.



Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar...


Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...

La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...


Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en Abril el campo, que tiembla de pasión;


bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.


Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

como la entraña obscura de obscuro pedernal;


la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.


Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...

-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-


que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,

¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...


Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer;


tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.


Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,

como en las noches lúgubres el llanto del pinar:


el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.


Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día

en que levamos anclas para jamás volver;


un día en que discurren vientos ineluctables...

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!



Porfirio Barba Jacob.



Con los mejores Deseos, para MZD.

viernes, 15 de julio de 2011

Pasolini...

Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras, ...
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.


PIER PAOLO PASOLINI.

sábado, 9 de julio de 2011

Balada del ausente.

Entonces no me des un motivo por favor

No le des conciencia a la nostalgia,

La desesperación y el juego.

Pensarte y no verte

Sufrir en ti y no alzar mi grito

Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,

En lo único que puede ser

Enteramente pensado

Llamar sin voz porque Dios dispuso

Que si Él tiene compromisos

Si Dios mismo le impide contestar

Con dos dedos el saludo

Cotidiano, nocturno, inevitable

Es necesario aceptar la soledad,

Confortarse hermanado

Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,

En cualquier regreso

En cualquier hora cambiable del crepúsculo

Tu silencio

Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda

Que no responde al sombrero enlutado

Golpeando las rodillas

Que teme a Dios y se preocupa

Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.

No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.

Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron

Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,

Hacia la claridad dolorosa del mundo,

Desnudo, sólo, desarmado

bamboleo mi cuerpo enmagrecido

Tropiezo y avanzo

Me acerco tal vez a una frontera

A un odio inútil, a su creciente miseria

Y tampoco es consuelo

Esa dulce ilusión de paz y de combate

Porque la lejanía

No es ya, se disuelve en la espera

Graciosa, incomprensible, de ayudarme

A vivir y esperar.

Ningún otro país y para siempre.

Mi pie izquierdo en la barra de bronce

Fundido con ella.

El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.

Se aceptan todas las apuestas:

Eternidad, infierno, aventura, estupidez

Pero soy mayor

Ya ni siquiera creo,

En romper espejos

En la noche

Y lamerme la sangre de los dedos

Como si la hubiera traído desde allí

Como si la salobre mentira se espesara

Como si la sangre, pequeño dolor filoso,

Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.

Muerto por la distancia y el tiempo

Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,

A cambio de vejeces y ambiciones ajenas

Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.

Volver y no lo haré, dejar y no puedo.

Apoyar el zapato en el barrote de bronce

Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.

La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.

Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas

Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.



Juan Carlos Onetti.

El soliloquio de zorro azul.

Soy un zorro azul que vive en una granja gris.

Condenado a la muerte por mi color,

detrás de estas rejas de alambres a prueba de mordiscos

no me siento nada de contento con mi color azul.



Oh Dios, ¡yo quiero cambiarme de piel! Quemarme

como un demente hasta descuerarme a mí mismo,

pero mi exuberante y tieso pelo azul se filtra por mi piel.


¡Cómo aúllo! , ¡desesperadamente lanzo alaridos!

igual que las peludas trompetas del Juicio Final

implorando a las estrellas deseando ser libre para siempre

o al menos sacarme esta piel de una vez por todas.



Alguien que paseaba por aquí oyó mi aullido

y lo metió en un máquina grabadora. ¡Qué estúpido!

¡Él no sabe ni siquiera aullar pero seguro

comenzaría a aprender si lo agarran y lo encierran aquí!


Me caí al suelo, moribundo.

Y quien sabe por qué no me morí.


Me vino una depresión como si tuviera mi propio Dachau

pero ya lo tenía muy claro: jamás escaparía.


Una vez, después de comerme un pescado podrido,

me di cuenta que la jaula estaba entreabierta

y me lancé hacia el abismo

con la imprudencia de un ingenuo cachorro.


Una cascada de perlas lunares pasaron por mis ojos.

¡La luna era un círculo! Y ahí me di cuenta

que el cielo no estaba dividido en segmentos cuadrados

como yo me lo imaginada viviendo dentro de una jaula.



Pedazos de hielo flotantes de Alaska había por todas partes

de los que logré esquivar aún estando enfermo

pero sabiéndome libre algo cambió dentro de mis pulmones

por todas las estrellas que me había tragado.



Hice travesuras, ladré cosas hacia los árboles

que no tenían ningún sentido. Fui yo mismo.

Y hasta la misma brillante nieve tenía miedo

de que yo tuviera un color tan azulado.



Mi madre y mi padre no se amaban

pero se casaron de todas maneras.

Cómo me gustaría encontrar una hembra

con la que pudiera rodar y volar por la nieve.



Ahora me siento cansado. Hay demasiada nieve por todas partes.

No puedo levantar mis pesadas patas.

No he conseguido amigos ni tampoco hembras.

Un niño cautivo es muy débil para ser libre.


El que nació en una jaula sentirá nostalgia por su jaula.


Horrorizado me di cuenta de cuánto la amaba

y el espacio donde me escondían detrás de una reja,

ese lugar que era una industria de pieles, mi tierra natal.


Entonces regresé exhausto y golpeado.

Un poco después la jaula fue sellada

y mi sentimiento de culpa se transformó en rencor

pero el amor me protegió mágicamente contra el odio.



Es cierto, las cosas han cambiado en la granja de pieles.

Acostumbraban a asfixiarnos en sacos.

Ahora nos matan de una manera más moderna,

nos electrocutan. Todo es maravillosamente ordenado aquí.


Contemplo a la cuidadora que es una muchacha esquimal.


Su mano se posa amigablemente sobre mí.

Sus dedos rascan la parte detrás de mi cuello.

Pero una tristeza parecida a la de Judas hay en sus ojos angélicos.


Ella me cuida de mis enfermedades

y por nada me dejará morir de hambre,

pero yo sé que cuando llegue la hora, implacablemente

ella me traicionará cumpliendo su trabajo.



Con un poco de humedad en sus ojos

ella sacará el collar de mi cuello cantando bajito:

“¡Hay que ser humano con los empleados! En la Oficina

de Ejecuciones del Instituto de la Granja de Pieles.



Me encantaría ser ingenuo como mi padre

pero nací en cautiverio: yo no soy él.


El que me da de comer, me traicionará

El que me cuida como animal doméstico, me matará.


(1967)


jueves, 9 de junio de 2011

Los Últimos Días del Chico Suicida.

El genio de la multitud.

Abraza la oscuridad.

La confusión es el dios
la locura es el dios

la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.

La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.

no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.

aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.

La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas

no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes

mantente alejado de dios
permanece angustiado

deslízate.

Los poetas apenas transcriben lo que otros poetas ya dijeron



A los amantes otra vida les es concedida 
Hölderlin

Despertamos en este domingo de tentáculos solares que amenazan con apoderarse del resto de la semana; con la persiana baja, el cuarto es penumbra dorada, atardecer constante sea cual fuera la hora del día. Viajantes inmóviles miramos el hilo de humo del cigarrillo plantado en el centro del cuarto, su movimiento pausado a la manera de los sargazos, aguapés, laberintos y demás símbolos de la memoria. Como plantas acuáticas a la deriva, vinimos a parar aquí, fugitivos del excesivo mundo, prisioneros voluntarios de este mínimo espacio. A cada nueva caricia, cada pérdida de las manos en los meandros del cuerpo de otro, nos transformamos en personajes del mismo sueño: el mundo finalmente reducido a la dimensión de la colcha extendida sobre la cama, a la geometría armoniosa de las sábanas y almohadas náufragas. 

Nuestra desnudez es un desafío al tiempo: todas las horas formas de siempre, multiplicadas por el mismo gesto de acariciarse. Poseídos de la misma calma de los ríos que desembocan en su pantano y van reconociendo poco a poco sus nuevas márgenes de contornos imprecisos, sus raíces y troncos sumergidos, hablamos poco, después todo tiene significado, incluso los gestos más sencillos, encender un cigarrillo, tomar café. El despertar es reconocimiento y retorno de los mismos gestos rituales, manos construyendo nuevos laberintos de sensación de lo suave y lo áspero de la piel, navegación de uno para el otro para después volver a hundirse en las sábanas tibias. No insistimos en ser mucho más que esto, un archipiélago de superficies del cuerpo y sensaciones de la piel. Y esta humedad que solo el amor logra crear, impregnando el aire y recubriendo la pared. Y los olores del cuerpo, qué decir de ellos, de esta aura de sudor, esperma, perfume, hálito, secreción y misterio, que cargamos con nosotros y que nos da la certeza de existir y estar vivos. Identidad con el mar, conocimiento de las voces del atardecer, memoria de los pasos recibidos por la arena de la playa. 

Somos signos de la tierra, nos acompaña algo de tierra apenas revuelta, pequeños lagos con sus plantas, selvas que aún existen. Cómo todo, esto es diferente del resto y nos vuelve irreversibles. Todos los poemas el mismo poema. Nos liberamos, dejamos de ser prisioneros del horóscopo. Reponemos el mundo en su debido lugar, después de tomar una poción mágica. Complicidad de samurais que se preparan para la lucha en un juego vertiginoso de espadas, sabiduría de quienes saben moverse en la oscuridad. La percepción destrabada en esta planicie de penumbra dorada de atardecer que se refleja en la piel. No importa donde usted esté ahora, y a qué distancia. No existen saudades, sino soles que circulan en nuestras venas. Ninguna sensación de pérdida o de vacío, sino de crecimiento, algo que ganamos en este complicado errar por el planeta en la búsqueda de nuestra identidad. Y también esta niebla familiar que se posa a mi lado en la semilucidez de la vigilia, hecha de sensaciones de cuerpos, presencias, toques de la piel, pulsaciones, calentura, este confuso ovillo de memorias, de voces y de olores, que poco a poco se desata y se transforma en poema.

Claudio Willer.

jueves, 2 de junio de 2011

Ya no será ya no.


Un perfil de Idea Vilariño

¿Quién era usted?

De quien dicen que plantaba jardines y los hacía florecer allí donde viviera. De quien dicen que era dura, implacable y hermosa, hermosa, hermosa. ¿Quién era usted, huérfana de madre, huérfana de padre, huérfana de hermano? Violinista. ¿Quién? Asmática, enferma de la piel, enferma de los huesos, enferma de los ojos. Profesora. Quién era usted, usted que hablaba poco y que habló tanto –tanto– de un solo amor de todos los que tuvo: de uno solo.

Quién era usted. Usted, el haz de espadas. Usted, que dejó trescientas páginas de poemas, nada más, y sin embargo. Usted, que se murió en abril y en 2009 y que a su entierro fueron doce. Usted, que dejó una nota: “Nada de cruces. No morí en la paz de ningún señor. Cremar”.

Usted: ¿quién era?

“No fue un acto de multitudes”, decía el artículo del diario El País, de Uruguay, que anunciaba que el 28 de abril de 2009 había muerto Idea Vilariño. Tres meses más tarde, el 24 de julio, el suplemento Cultural del mismo diario le dedicaba una edición completa, y la nota de portada firmada por Rosario Peyrou comenzaba citando una frase del crítico Emir Rodríguez Monegal: “Algún día seremos recordados como los contemporáneos de Idea Vilariño”.

“Gaspara Stampa, la gran poeta italiana del Renacimiento, quería ‘vivir ardiendo sin sentir el mal’. A Idea Vilariño solo le fue concedido lo primero”, decía Juan Gelman en Idea Vilariño o la memoria de mañana. Soledad “como una sopa amarga”, escribía Idea Vilariño. Que era poeta, que era uruguaya.
Pero quién era.

–Le encantaban las plantas y las fotos –dice Ana Inés Larre Borges,

editora del libro Idea Vilariño. La vida escrita (Cal y Canto, 2008)–. Fotos de ella misma tenía muchísimas, las atesoraba. Creo que tuvo siempre una gran conciencia de sí. Como que cada gesto, cada decisión en su vida, era de quien se siente un personaje, una artista.

–Podía ser muy payasito –dice Numen Vilariño, su hermano menor, ahora de 80 años– pero también truculenta. Siempre con una gran fineza, pero era brava, inflexible. Llegaba hasta la crueldad con ella misma. En sus cosas, sus amores, era exigente hasta el odio. Nunca vi a nadie cambiar tanto de apego, desde sus compañeros de trabajo hasta sus amores. Eran siempre como apariciones fugaces de las que después no se sabía nada...

http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1648&pag=1&size=n


domingo, 29 de mayo de 2011

Ex Amigo.

Adrián me mandó un mail. Que lamenta la muerte de mi padre. Que sabe cuánto lo quería. Pero con Adrián ya no vamos a volver a ser amigos. Lo decidió él. Yo suelo traicionar a mis amigos, pero ellos, como son amigos, generalmente entienden que eso es parte de mi carácter. Que es mi condición. Que soy un amable traidor. Adrián, que es un monje, jamás toleró ser traicionado. ¿Qué quería, que le fuera fiel toda la vida? Todos saben que soy, esencialmente, un tipo infiel. Mis amigos, mis novias, mis amantes, mis jefes, mis editores, saben que, tarde o temprano, los voy a terminar cagando. Y me aceptan así. No pretenden cambiarme. Adrián, como es un monje, solo hace amistad con otros monjes. Y, ya se sabe, un tipo que aparece en la televisión nunca va a ser un monje. Siempre estará sujeto a tentaciones. Lo que Adrián se olvidó es que las tentaciones son lo más sabroso de la vida. Los Cadillacs cantando para vos.



viernes, 13 de mayo de 2011

Noche sin fortuna.


(...)

Cae la tarde, la luna que vendrá a nosotros. Pasa de nuevo, mujer, porque me gustas. Te doy un pase para el cine club? un pase a mi corazón, te lo diría mejor así tengo una muralla de humo a mi alrededor, y nadie, nadie se equivoca con respecto a mí. Gracias a ti, Antígona, que me elegiste de sólo posar tu mirada en mí y me diste el entendimiento, la inmediata comprensión de que me habías elegido, y de que en ese acto se me iba, está bien, digamos, mi razón, mi orden, mi especial modo de ser con la disciplina que confunde a mis compañeros, a mis seres queridos, ya no más queridos si te quiero a ti y los comparo con ellos. Erraré por estas calles y te buscaré hasta encontrarte, hasta que sientas una vez más deseo de mí, deseo de la carne fresca que te consigo. "Tengo para ti muchachos rubios, de bolas infladas para que mordisquees y chupes y soples si te sientes asesina
.

Búscame y encuéntrame, te lo suplico. No me dejes más en este andén, sufriendo las burlas de mis conocidos, de la gente que me mira y tiene que comentar, tiene que contar e inventar canciones de la que llaman mi decadencia. Pero como va a ser decadencia si tengo un motivo tuyo entre mis cejas, entre mi árbol del pan, mi cinturón de Hermes, averiado y todo pero férreo en ti, si lo hubiera utilizado para amarrarte, para golpearte en la cara y azotarte en la espalda cada vez que me fallaras, cada vez que olvidaras darme la oportunidad de probarte que yo no te fallaré jamás, Eva primigenio, que me encontrarás en esta esquina a la hora que te dé la gana divin
a, la gana hermosa de venir a mí y estar bien, parar tu carrito Simca, abrir la puerta, tenderme la mano, reclamarme, ayudarme a parar, yo me desgonzaré y dejaré que me sobes la cabecita, porque me lo merezco, porque he esperado mucho y he sufrido, me sobarás la cabecita y me besarás el cuello, y me dirás las mil razones de tu necesidad de mí, me instruirás, me indicarás en la dirección que ahora quieres ir, la edad de las víctimas, se me da un pepino que sean en realidad los mejores amigos, en realidad, los mejores amigos míos. Ven, ven por mí.


Andres Caicedo.


[Esto es, como para Vos.]


Infección.

Odio la Avenida Sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio el club campestre por ser a la vez un lugar estúpido, artificial e hipócrita. Odio el teatro Calima por estar siempre los sábados lleno de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado, perdió al fin del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a todos los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudios por conseguir una buena nota. Odio a todos aquellos que se cagan en la juventud todos los días.

***

Odio a todas las putas por andar vendiendo adoraciones falsas en todas sus casas y sus calles.

Odio las misas mal oídas... odio todas las misas. Me odio, por no saber encontrar mi misión verdadera. Por eso me odio... y a ustedes les importa?

Si, odio todo esto, todo eso, todo. Y lo odio porque lucho por conseguirlo, unas veces puedo vencer, otras no. Por eso lo odio, porque lucho por su compañía. Lo odio porque odiar es querer y aprender a amar. Me entienden? Lo odio, no he aprendido a amar, y necesito de eso. Por eso, odio a todo el mundo, no dejo de odiar a nadie, a nada...

a nada

a nadie

sin excepción!


Andres Caicedo.

martes, 19 de abril de 2011

Epilepsia.


Por una fracción de segundo quizá, experimenté esa claridad total que, según dicen, el epiléptico tiene el privilegio de conocer. En aquel momento perdí completamente la ilusión del tiempo y del espacio: el mundo desplegó su drama simultáneamente a lo largo de un meridiano sin eje. 

En aquella especie de eternidad pendiente de un hilo sentí que todo estaba justificado, supremamente justificado; sentí mis guerras interiores, que habían dejado esa pulpa y esos despojos; sentí los crímenes que bullían allí para surgir mañana en titulares sensacionales; sentí la miseria que estaba moliéndose a sí misma con almirez y mortero, la larga y triste miseria que se derrama gota a gota en pañuelos sucios.

En el meridiano del tiempo no hay injusticia: sólo hay la poesía del movimiento que crea la ilusión de la verdad y del drama. Si en cualquier momento y en cualquier parte se encuentra uno cara a cara con lo absoluto, la gran simpatía que hace parecer divinos a hombres como Gautama y Jesús se enfría y se desvanece; lo monstruoso no es que los hombres hayan creado rosas a partir de este estercolero, sino que deseen rosas... Por una razón u otra, el hombre busca el milagro y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre. Es capaz de corromperse con ideas, de reducirse a una sombra, si por un solo segundo de su vida puede cerrar los ojos ante la horrible fealdad de la realidad. Todo se soporta —ignominia, humillación, pobreza, guerra, crimen, ennui— gracias al convencimiento de que de la noche a la mañana algo ocurrirá, un milagro, que vuelva la vida tolerable. Y mientras tanto un contador está corriendo en su interior y no hay mano que pueda llegar hasta él para detenerlo.

Mientras tanto alguien está comiendo el pan de la vida y bebiendo el vino, un sacerdote sucio y gordo como una cucaracha que se esconde en el sótano para zampárselo, mientras arriba, a la luz de la calle, una hostia fantasma toca los labios y la sangre está pálida como el agua. Y de ese tormento y miseria eternos no resulta ningún milagro, ni un vestigio microscópico de milagro. Sólo ideas, ideas pálidas, atenuadas, que hay que cebar mediante la matanza; ideas que brotan como bilis, como las tripas de un cerdo, cuando lo abren en canal.