domingo, 29 de mayo de 2011

Ex Amigo.

Adrián me mandó un mail. Que lamenta la muerte de mi padre. Que sabe cuánto lo quería. Pero con Adrián ya no vamos a volver a ser amigos. Lo decidió él. Yo suelo traicionar a mis amigos, pero ellos, como son amigos, generalmente entienden que eso es parte de mi carácter. Que es mi condición. Que soy un amable traidor. Adrián, que es un monje, jamás toleró ser traicionado. ¿Qué quería, que le fuera fiel toda la vida? Todos saben que soy, esencialmente, un tipo infiel. Mis amigos, mis novias, mis amantes, mis jefes, mis editores, saben que, tarde o temprano, los voy a terminar cagando. Y me aceptan así. No pretenden cambiarme. Adrián, como es un monje, solo hace amistad con otros monjes. Y, ya se sabe, un tipo que aparece en la televisión nunca va a ser un monje. Siempre estará sujeto a tentaciones. Lo que Adrián se olvidó es que las tentaciones son lo más sabroso de la vida. Los Cadillacs cantando para vos.



viernes, 13 de mayo de 2011

Noche sin fortuna.


(...)

Cae la tarde, la luna que vendrá a nosotros. Pasa de nuevo, mujer, porque me gustas. Te doy un pase para el cine club? un pase a mi corazón, te lo diría mejor así tengo una muralla de humo a mi alrededor, y nadie, nadie se equivoca con respecto a mí. Gracias a ti, Antígona, que me elegiste de sólo posar tu mirada en mí y me diste el entendimiento, la inmediata comprensión de que me habías elegido, y de que en ese acto se me iba, está bien, digamos, mi razón, mi orden, mi especial modo de ser con la disciplina que confunde a mis compañeros, a mis seres queridos, ya no más queridos si te quiero a ti y los comparo con ellos. Erraré por estas calles y te buscaré hasta encontrarte, hasta que sientas una vez más deseo de mí, deseo de la carne fresca que te consigo. "Tengo para ti muchachos rubios, de bolas infladas para que mordisquees y chupes y soples si te sientes asesina
.

Búscame y encuéntrame, te lo suplico. No me dejes más en este andén, sufriendo las burlas de mis conocidos, de la gente que me mira y tiene que comentar, tiene que contar e inventar canciones de la que llaman mi decadencia. Pero como va a ser decadencia si tengo un motivo tuyo entre mis cejas, entre mi árbol del pan, mi cinturón de Hermes, averiado y todo pero férreo en ti, si lo hubiera utilizado para amarrarte, para golpearte en la cara y azotarte en la espalda cada vez que me fallaras, cada vez que olvidaras darme la oportunidad de probarte que yo no te fallaré jamás, Eva primigenio, que me encontrarás en esta esquina a la hora que te dé la gana divin
a, la gana hermosa de venir a mí y estar bien, parar tu carrito Simca, abrir la puerta, tenderme la mano, reclamarme, ayudarme a parar, yo me desgonzaré y dejaré que me sobes la cabecita, porque me lo merezco, porque he esperado mucho y he sufrido, me sobarás la cabecita y me besarás el cuello, y me dirás las mil razones de tu necesidad de mí, me instruirás, me indicarás en la dirección que ahora quieres ir, la edad de las víctimas, se me da un pepino que sean en realidad los mejores amigos, en realidad, los mejores amigos míos. Ven, ven por mí.


Andres Caicedo.


[Esto es, como para Vos.]


Infección.

Odio la Avenida Sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio el club campestre por ser a la vez un lugar estúpido, artificial e hipócrita. Odio el teatro Calima por estar siempre los sábados lleno de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado, perdió al fin del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a todos los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudios por conseguir una buena nota. Odio a todos aquellos que se cagan en la juventud todos los días.

***

Odio a todas las putas por andar vendiendo adoraciones falsas en todas sus casas y sus calles.

Odio las misas mal oídas... odio todas las misas. Me odio, por no saber encontrar mi misión verdadera. Por eso me odio... y a ustedes les importa?

Si, odio todo esto, todo eso, todo. Y lo odio porque lucho por conseguirlo, unas veces puedo vencer, otras no. Por eso lo odio, porque lucho por su compañía. Lo odio porque odiar es querer y aprender a amar. Me entienden? Lo odio, no he aprendido a amar, y necesito de eso. Por eso, odio a todo el mundo, no dejo de odiar a nadie, a nada...

a nada

a nadie

sin excepción!


Andres Caicedo.