lunes, 23 de junio de 2014

Todas las vidas cayeron al mar
y es tan suave verlas.
Todas la vidas cayeron al mar,
y se van.
Fito Paez

vida 1
Soy una niña pequeña que llora en la noche ( y el día)
y que escribe sus propios cuentos para dormir pero los cuentos son
muy tristes.
Soy una niña pequeña que escribe poemas fáciles

El conjunto de mi cuerpo y los techos que lo cohíben
son un libro que nadie leerá porque es
tedioso y extenso.

vida 2
Por donde caminé, hay rastros de cadáveres con
nombres que reconozco
a los que pedí soltaran la cuerda cuando yo con
las manos escondidas 
hacia más fuerte el nudo.

(Todos los que me han enseñado a escribir tristeza
han dejado de ser infelices para pasar a
ser viciosos e hijos de la vida.)

vida 3
En mi cara hay rastros de necesidad y la viva imagen del alba
que me abandona como una madre y me deja
tirada en medio del día y de la vida

Soy un ser minúsculo que no existe
porque
se anula a sí mismo bajo cometimientos infundados;
desarrollándome como una esencia
pero que es
imperceptible.

mi vida
He trabajado la vida como un rezo de una señora bonita
que corruptamente no añora nada.

Debería ser una mujer.
Pero soy una niña desagradecida que se abandona a sí misma
para poder seguir despierta en las noches

escribiendo cuentos para otros niños perdidos….




J. Clavélez.


lunes, 16 de junio de 2014

NADIE I

Me olvidaron en éste pedazo de madera
que me arrastra por el agua
como un ángel las pulgas de sus alas.
Voy sin más riqueza que la tierra entre las uñas,
con la sangre seca de mi falda,
mis gritos desatando la codicia
de un viento que todo se lo traga.
Nadie me dijo que la vida sería una canción
donde la chinita del bosque nunca regresa…


Despojo de mi voz, nadie me mira,
entonces me vuelvo un tronco consumido,
habitado por gusanos que no se hartan.
Desnuda sobre la arena, mudo mi piel,
pero el agua ya no lame mi constelación de piedra,
ni se apiada de mis heridas la sal enmohecida de las rocas.

Nadie me mira, hicieron un pantano con mi rostro
y los cerdos se alimentan con la arena de mi lengua.
Me repudia el fango en que me hundo,
una espina de la hierba en el cuerpo de los límites,
la risa de los pozos con su boca llena de moscas.

Soy el resto de un gorrión dormido,
una canción de cuna que olvidaron las nanas.
La memoria es una barca destrozada;
en ella las palabras sumergidas
ya no me nombran.

Leidy Vásquez.



domingo, 1 de junio de 2014

Caballo echado a pique



¿Qué rumbos secos abrió en mis huesos el olvido?
¿Por qué dejé que los océanos retiraran su canto
y me fui desgajando con una cierta desmemoria de todo?

¿Qué hay para ti en el sur?
indagaban las sombras y una muchacha sentada
al borde de las aguas iba lanzando amores
puñados de recuerdos manojos de inocencias
Y los atardeceres huían hacia la lejanía
borrándole las horas negándole el festejo
las dichas iniciales el claror de la infancia

Donde antes hubo un río
hubo otros ríos como largas ausencias
frutos mordidos a destiempo caminos agostados
casi sin recorrerlos incorpóreos abrazos

¿De ti en el sur qué queda?
Pregunté tantas veces
Nada dolía más

Caballo echado a pique en sus mares de hierba
arrimó el sur un gran tropel de barcos dispuestos
a nacerme nuevamente en mi orilla
Voces
voces amadas alzaron un clamor
Nada dolía más
Nada me duele más que este volver
apenas



Aitana Albertí