martes, 30 de septiembre de 2014

30 de desmiembre*

El cuerpo que habito, me repele
la sangre que me recorre, me envenena
y los vicios, ya son alimento.

Me he ido horas dentro mío
horas en mares turbios
horas en mares groseros
horas en mares llenos de nada
horas en mares feos;

me he ido siglos dentro mío
y nunca he visto un barco 
por lo menos en busca de mi nombre,
ya tengo las uñas llenas con mis propias escamas
pero son escamas sin materia
                                   sin cuerpo
                                   sin química
                                   sin ca lo r.

He estado siglos dentro mío
y todavía no logro la cuenta de 
mi propio desagrado.
Tengo troncos de odio
             troncos de gentes
             troncos de mares en se qui as 

me he ido siglos dentro mío
y no tengo que correr
porque los besos que me
usan, siempre son cansados

y no tengo que hundirme, porque
ya no floto

soy tediosa
soy pesada

mi cabello es un nido
de un pájaro que algún 
carro atropelló

mi cara es una mueca
de una sonrisa que pretende

y mi cuerpo es una casa sucia
y mis manos y mis pies están sujetos 
a algo que no se nombra
porque no existe
porque no existeN.

He estado algo peor que viva
                                                O muerta:                  vi vi da 





J.Clávelez




sábado, 27 de septiembre de 2014

Todo es conjuro.

El ritual de destrenzarse el
cabello, preparar un café
y fumar un cigarrillo
tiene la connotación de mil
cabezas y caras en cada
remolino de los humos.
Lo amargo del café y el cigarrillo:
el dolor de todos los ojos
que la encuentran a una (pero una
estaba buscando sombras para
taparse)

La necesidad de fumar en cada uno de
los rincones crece cual metástasis del éter,
pero es una necesidad metafísica.
Es la necesidad de ver algo  f l u í d o (y contundente)
saliendo por la boca.

Cada cosa se ha vuelto progresivamente más
fuerte:
(los sin-sentidos, los sin-amores, los sin-sabores)
y cual hembra que cose, supe volver cada –sin-
en una cadena de hilos que van en
busca de alguienes que flotan por el cielo…
(esos alguienes tienen cara de enamoradas, siendo)

la necesidad de no ser crece más fuerte
que todo
y los rincones se van
volviendo más y más pequeños,
las cadenetas más y vas envolventes,
los amargos más y más  i n c o n s u m i b l e s.

El viento pasa y desorganiza el (des)orden.
El viento pasa y me (des)organiza.

Nada está sujeto.

La nada se va desdibujando-
Las palabras, apagando-
Los humos, dispersándose-

Nada está sujeto.
La (des)vida se va yendo…

Todo lo que antes era clave

hoy es conjuro.




J.Clavelez.