Amo tus dedos, uno por uno,
separados de tu mano,
amo cada trozo de tu cuerpo
esparcido por los caminos,
amo las mulas que lamieron tu sangre,
amo las piedras del rio que retienen tus huesos,
amo tu voz de enano que aturde a los gigantes,
amo el silencio de tu voz,
tu voz ahogada en el silencio de tus gritos de ira.
No te veo regresar.
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