En tu riqueza luces vestido sobre vestido
alrededor de un cuerpo hecho tan
solo de esplendor,
pero a la vez cada uno de
tus pétalos
es como un negar y rehusar todo ropaje,
A través de los siglos nos llega
tu perfume,
llamándonos con sus nombres
más dulces,
de pronto descansa como un
( ) en el aíre
pero no lo sabemos nombrar,
lo adivinamos...
y va a incorporarse a él el recuerdo
que suplicamos en las horas
de evocación.
Oh tú, entronizada, para los antiguos
eras un cáliz de borde sencillo.
Para nosotros eres la flor plena e infinita
un objeto inagotable.
He
de evocarte ahora
todavia una vez, y mostrarles,
sustraída,
la hermosa compañera del grito
incallable.
Rainer Maria Rilke.
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