Se la tragó la tierra de los negros
se la tragó el mar que conoció
y los peces que se ahogaron
para sanar su hambre.
Se quedó ida,
muda,
estampada a la lejanía,
viajando
sin mí,
sin nadie;
con arena en las
plantas de los pies,
con arena en los recuerdos
de un amor mentiroso.
Ya absoluta de ella.
Y yo, de nuevo,
Absoluta mía.