Por un lado dentro de mí
se encuentran siempre
caminando
un montón de goticas rojas,
cada una con algún dolor de niña
perdida.
Y siempre que estoy triste
o en vísperas de estarlo
resulta que yendo en mi
bicicleta
aparecen otra vez unos
pájaros muertos,
como si la carretera
muerta de humo
me cantara en los oídos:
mortecina, mortecina.
Qué pesar.
Mortecina, mortecina.
A llorar.
///
Llovizna fuera y dentro mío,
soy un pájaro muerto
de los que caen del cielo.
Mami me mira a los ojos y no
me encuentra
sólo ve las jeringas negras
que se clavaron en mí
que clavé en ella
en papi
en hermanitos
en todos.
///
Tus manos me alzaron
ofreciéndome al cielo
a la vez que depositabas en
mí
justo en el mismo beso
todas tus bendiciones y rezos
junto con todas tus agrieras
de pájaro herido
por los balazos de mundo.
Todo tu perfecto dolor de
hombre que ama
depositado en un mismo
frasquito con tu sudor y enorme angustia
son el perfume hermoso que
destilan los oleos que me regalas a diario,
cajitas con oleos y lagrimas
de la virgen también atormentada
que parió Ésta medusa de
jeringas agudas y crónicas.