Noche de una borrachera perpetua. Hubo vomito. El vomito de
más colores que dejó todo con un olor a ácido y besos de noche.
Besos de noche en la mitad de parques llenos de estúpidos;
pero ellos no existían. Sólo existía el olor, y los colores, y los cabellos, y
el chocolate, y las fresas. Sólo existíamos en la mitad de la decadencia y el
sabor a madera y podredumbre.
No fue el mismo lugar de siempre pero sí las mismas imágenes,
teníamos en los ojos cintas de encaje para ver sólo el amor y nuestras manos,
cintas de encaje en los ojos para evitar ver a nuestros demonios que nos
buscaban para bebernos.
Y nuestros cabellos trenzados…
Y el olor a ácido…
J.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario