martes, 14 de mayo de 2013

Dolores de palabra.



No es a mí al que se le queman los ojos,
no, no es a mí,
no soy el que es tragado por el sonido
de un televisor en una habitación oscura,
no soy ese al que el sonido y la marcha
de la vida le atravesaron la memoria,
no soy aquel muchacho
que tirado en un colchón frío
su corazón arrastra
contra el suelo,
llevo y no una herida en la memoria del color del cielo,
no soy ese,
no se fíen,
no lo vean diluirse con la lluvia,
no me vean tampoco a mí,
no soy el que tiene un poema
de humo en la garganta,
un poema
para su mamá
con el perfume de una cárcel
perdida en la memoria,
no soy ese, no puedo ser
el que abre las cortinas
para descubrir que no hay nada
en su pasado,
no soy la mano del niño
ni el golpe
ni la tierra
ni el olvido
el más remoto olvido,
mamá,
mi pasado es mi destino,
mamá,
hay un barranco en tus ojos,
de allí nacieron todos mis poemas,
eso también se lo dije a papá
en silencio alguna vez
pero no me creyó,
nadie cree nunca lo que escribo,
mi tristeza no es una ficción literaria
mi amor no es una ficción literaria
mi vida no es una ficción literaria,
tengo desgastadas las encías y me pudro
me pudro a diario mamá,
puedo verte asomar una caricia
otra caricia
abrazada a un gesto,
pero mamá,
te acuerdas mamá
de los guardias
de los niños,
mamá,
duermo entre tus manos
cuando estás lejos,
no lo entiendo,
no puedo, mamá,
no soy ese.


Jesús Montoya.





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