Bebé, droguita mía,
es una hora en
la que ya estás profunda,
yo no puedo
es mi vela consagrada a ti:
¿qué hacer con tu sueño indiferente?
¿para qué temblar y recordarte que vuelvas?
Cada vez será más sueño guardado
en tus ojos ya cansados de mí,
por ejemplo hoy:
el temblor de mi llanto callado
te dejó igual de muda.
Mientras yo me prendo toda
a la idea de que despiertes y no me olvides
toda la casa ya lo sabe:
No será caminada en mi búsqueda.
Droguita mía,
¿cómo decirle a la carne de mis venas y cabeza
¿cómo decirle a la carne de mis venas y cabeza
que la dosis de éste día se niega a ser consumida?.
J. Clavélez.
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