viernes, 20 de enero de 2012

En mi patio hay cuatro ventanas.

No mueva más así la jaula que no me deja ponerle bien la toalla para cobijarlo,

Nadie ha venido a acostarlo ¿Cierto?

¿Sí ve?

Pero cuando estaba recién llegado ¡todos venían a mirarlo! Ah, y ¡cuando usted cantaba! Los enloquecía, pero como ya lleva más de un año viviendo aquí… Antes se peleaban por cambiarle el agua y por echarle más alpiste, y usted creía que tenía el mejor dueño del mundo porque él iba a la tienda a comprarle un ponquecito para darle por la mañana. Y ¡cuando usted se bañaba! Todos venían a hacerle fiesta, a nadie le importaba que el patio quedara lleno de agua y a veces vuelto un pantanero.

-(Risas)-

Pero ya, apenas me dice mi mamá `Vaya y trapeé ese patio que aquel otro lo volvió nada´


Sacarlo al patio descubierto cuando esta haciendo sol, cambiarle el agua, el periódico, taparlo para que no le dé frio, darle torta y alpiste por la mañana (o cada vez que se le acaben) se han vuelto mis tareas, sabiendo que al principio yo ni lo quería. Y así es usted tan descarado que cuando yo vengo a hacerle la visita, no es sino que me escuche por la cocina para que cierre el pico y no lo vuelva a abrir. Claro, pero cuando viene el qué le corta las alas para que no se vuele, a él sí lo quiere, y le canta y le saca “los piojitos” de la cabeza, no entiendo ni para que le siguen cortando las alas sabiendo que son lo más bonito suyo y que sólo por la torta que yo le doy, no se va a volar.

En cambio cuando yo lo veo a él, se me revuelve todo. Desleal es lo que usted, sabiendo que también me las cortan a mí por que yo no pensaría dos veces en irme volando, corriendo, trotando, caminando, ARRASTRÁNDOME.

Lo que me cortan a mí, que serían sus alas, se llama “PLATA” y a diferencia de usted, yo no podría sobrevivir más de un día sin ella.



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