sábado, 28 de enero de 2012

Epitafio.

Se extinguió de entusiasmo y murió de pereza;
si vivo es por olvido; no ser en una pieza
él mismo y su querida fue su única tristeza.
No nació de ningún modo;
va donde el viento le deja;
es cual bazofia compleja,
mezcla adúltera de todo.
Hecho de “qué se yo”. Un lince
en cuanto a vista. Oro y poco dinero.
Muchos alimentos y... un esguince
si el brío ha de ser duradero.
Un alma inmensa para quien no tiene violón.
Demasiado amor para un mal garañón.
Muchos hombres y... ninguna demostración.

Alma seca, beoda mollera.
Tan suyo, que a sí mismo era
fuerza el poderse tolerar;
murió mirándose vivir,
y por no saber acabar
vivió dejándose morir.
Aquí yace este corazón,
flor de fracaso y perfección.



Tristan Corbière.





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