sábado, 21 de enero de 2012

La mujer más injusta.


La mujer más injusta del mundo esta satisfecha de mí.

De ella siempre salía un brillo que la hacia ver muy clara y acida; un acido que consumía todo y lo llenaba de rencores y de odio (ella sólo estaba cargada de eso para las mujeres) por que para ella estaba bien y el amor era algo malo si uno se lo permitía ver como algo más que la inspiración para un poema.


Tuvimos una relación pero ninguna logró darse cuenta.

Me enseño tanto. Con ella estuve en la peor época de mi vida, (por que ella fue la peor época) pero yo pensaba que era la mejor, es que yo siempre había estado dormida y ella me despertó por ser tan clarita.

Pero después se fue manchando. Me fue manchando.

Me fue manchando de todo de lo que se nos atravesaba, de pintura, de drogas, de vicios, de libros, de humo, de personas, de pensamientos; ella ponía un pie y el lugar se manchaba en minutos que volaban, por que eso sí, duro conmigo cuarenta y dos
segundos que le fueron suficientes para llevárselo todo. (María oscura)
Ella era mágica, pero no de la magia buena, sino de la magia que daña a las personas.

Yo logre quedarme conmigo y en poquito tiempo me recupere, mude de plumas, una a una las fui cambiando.

Y ahora llego otra… una que la dejaron igual de sucia que a mí. Ella y yo podemos bañarnos juntas, y así yo le limpio las manchas que ella no se alcanza a ver y ella limpia las mías.

Yo no puedo dejar de mirarla por que tras repetir algo veintiún
días, ya se vuelve costumbre y yo llevo como siete meses sentada siempre que puedo en la misma silla, en la que la puedo ver enterita.

La clara es como la gripa, no se siente pero uno sabe que en cualquier momento se despliega el virus y ataca.

Y la de las treinta y seis manchas, esta ahí como el cielo; siempre que uno lo quiero ver es sólo levantar la cabeza y ahí esta.


Yo soy las nubes.





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