sábado, 3 de septiembre de 2011

Canción de la vida profunda.



Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar...


Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...

La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...


Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en Abril el campo, que tiembla de pasión;


bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.


Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

como la entraña obscura de obscuro pedernal;


la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.


Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...

-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-


que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,

¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...


Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer;


tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.


Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,

como en las noches lúgubres el llanto del pinar:


el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.


Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día

en que levamos anclas para jamás volver;


un día en que discurren vientos ineluctables...

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!



Porfirio Barba Jacob.



Con los mejores Deseos, para MZD.

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