miércoles, 12 de noviembre de 2014

Ele como de La mentira

He escuchado las voces más bellas
salir de las gargantas más bellas,
situadas en las caras más bellas,
he estado bajo cielos con soles que
abrazan,
he estado en campos rodeados de campo
donde sólo se respira
campo,
he escuchado las voces más bellas,
las canciones más bonitas,
he pasado noches, y días, y noches y más días con
ángeles
que inventaron la palabra sexo
en vaivenes de pecados
por mi cuerpo.
He concebido a seres en el vientre
germinados por esas voces,
he escuchado las voces más bellas,
he escuchado las voces,
he escuchado los llantos de las voces más bellas,
los llantos más feroces
de las heridas más tristes
en los cuerpos más marginados.
He arrullado pedazos de seres
con pequeñitas frentes llenas,
manchadas por las inflexiones de la vida,
he visto los rostros más bellos,
las caras más bonitas
llenas de rasgos grandes,
como ojos grandes y bocas grandes.
He visto descender a las lagrimas más grandes
de los rostros más tristes
de los pedazos de seres más insignificantes.
He escuchado llantos,
he arrastrado vidas,
he arrastrado las más párvulas vidas,
vulgares, bastas.
Me han gateado por el cuerpo,
los más hermosos cantos, las más hermosas caras,
los más pavorosos
llantos.
He apretado las manos más suaves
en las tardes y en las noches más bonitas,
en la cima de los filos más bellos,
contemplando a las ciudades más heridas
con luces heridas, y con más gente
herida.
He sido bajo mantos hermosos,
he sido bajo mantos dañinos,
he sido escupida por los seres más falsos,
he lavado mi cuerpo bajo las lluvias de la vida,
he sabido compadecerme de la vida,
he visto nacer a la belleza de la vida,
he visto nacer a la vida.


Yo he caminado por la vida,
Yo me he asesinado,

por la vida.


J.Clavélez Triste.



Yo he caminado por la vida,
Yo me he asesinado,

por el amor*






1 comentario:

  1. Hoy por tus silencios quiero hacerme arroyos de nube,
    dilatarme entre el aire sucio de afuera y mancharle de pena.
    Quiero precipitarme a donde el viento me lleve y hacerme invisible,
    subir al cielo y pertenecerle a una nube oscura que se vuelva aguacero,
    gotas de mis lágrimas que humedezcan los asfaltos de tu ciudad muerta.
    Luego quiero desde arriba maldecirla, a ella, a la ciudad,
    por ser la mazmorra más siniestra que me apresa con sus esperanzas delirantes que no son más que falacias que consuelan los credos de ciudadanos ficticios.
    Yo a la ciudad sólo la quiero porque estás en ella.

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