viernes, 24 de mayo de 2013

Éste dolor de cabeza.



Anochece de golpe,
estoy cansado de fingir veranos.

-Hola, ¿te llamas Laura?

Un clavo no saca otro clavo
solo mete más dentro.

Podías sonreírme así como si estuvieras a punto
de salir en una foto de boda.

Yo una vez iba a casarme,
luego recordé que el amor dura
lo que tarda una pastilla de efferalgan
en disolverse en el agua.
Me compré un perro.

A veces me duele la cabeza.
Hoy me duele la cabeza.
Ayer me dolía la cabeza.
Mañana me dolerá no verte en mi cama.
Luego la cabeza.
Otra vez.
Creo que pienso demasiado.

- Te sientan bien esos vaqueros,
¿En serio que no te llamas Laura?

- Si quieres quedamos como amigos.
Eso dijo, como si en la amistad
cupieran los besos
que quiero darle.

Cómo explicarle que yo sólo soy amigo
de quien no quiero follarme.

Hace un mes que no me coge el teléfono
se ha tomado en serio la amistad
hay que reconocerlo.

Se llama caleidoscopio,
mi perro,
le puse un nombre largo
para no tener que llamarlo.
A veces me gustan que las cosas vengan solas.
Como la lluvia.

Tampoco es que sea un imposible,
hay mujeres que por cincuenta euros
se llaman Laura toda la noche
o cinco minutos.
Depende de cómo la pienses.
Pero no por tener una caracola al oído
ya puedes sentir el mar.

Fingir veranos se me da mal,
imagino que las olas que borran mis huellas
lo hacen para que nadie me siga,
casi nunca voy a ninguna parte.
Aunque hubo una vez que tenía la dirección correcta
pero cogí un atajo
y me perdí.

El amor hay que caminarlo despacio
si corres por llegar antes
también estarás borrando el después.

Y después del después no hay nada más
que una pastilla de efferalgan en un vaso de agua
y este dolor de cabeza.


Encefalograma dominical- Ernesto Péres Vallejo



No hay comentarios:

Publicar un comentario